Ordenación sacerdotal del P. Ignacio Rubio, L.C. | El Cardenal Osoro: “Has sido amado, fortalecido y enviado por el Señor, déjate conquistar por su amor”

El P. Ignacio Rubio Hípola, L.C., ha sido ordenado sacerdote el sábado 24 de abril, en la parroquia de Santa María de Caná, en Pozuelo de Alarcón. Tras 20 años de formación en el seno de la congregación de los Legionarios de Cristo, el P. Ignacio recibió la ordenación de manos del Cardenal-Arzobispo de Madrid, don Carlos Osoro Sierra, el cual, en su homilía, le recordó tres palabras que ha de tener siempre en cuenta: saber que es “amado, fortalecido y enviado por el Señor”, a la vez que le invitó a “que te dejes conquistar por su amor”. A la ceremonia asistió su familia y un nutrido grupo de miembros de la familia Regnum Christi -laicos, laicos consagrados, consagradas y legionarios de Cristo-, tanto de España como de Alemania, lugar donde se encuentra destinado en este momento. Esa mañana, el Señor llamó a Ana Romero, consagrada del Regnum Christi, a la Vida para siempre. La jornada se convertía en una celebración llena de significado para toda la familia del Regnum Christi.

El Cardenal Osoro pronunciando la homilía en la ordenación del P. Ignacio Rubio, L.C.

El Cardenal Osoro pronunciando la homilía en la ordenación del P. Ignacio Rubio, L.C.

Don Carlos inició su homilía haciéndole una pregunta al P. Ignacio: “¿Cómo le pagarás todo el bien que te ha hecho el Señor?”. La responsabilidad que le ofrece a través de su ordenación sacerdotal es impresionante: “El Señor va a ser en ti y a través de ti para que sigas rompiendo las cadenas que nos atan a los hombres”, por medio “del perdón que tú vas a entregar, así como la comunión verdadera que establece Jesús el día que instituye la Eucaristía” para los hombres.

El Señor va a ser en ti y a través de ti para que sigas rompiendo las cadenas que nos atan

El ministerio que el Señor le encarga al nuevo sacerdote ha de ser el de hacer “un sacrificio de alabanza, para que quienes te vean den gracias al Señor”. Para ello el cardenal de Madrid le recordó tres palabras que han de ser fundamentales en su vida: “Has sido amado por nuestro Señor, ha sido fortalecido y enviado por Él, pero quiere hacerlo tal y como hemos escuchado en el Evangelio: dejándote conquistar por el amor del Señor. Ese amor es necesario para vivir ese envío que te hace”.

Parte del coro de la misa, compuesto por legionarios, consagradas y amigos. La música fue compuesta especialmente para esta ordenación

Parte del coro de la misa, compuesto por legionarios, consagradas y laicos. Algunos temas fueron compuestos especialmente para esta ordenación o arreglados musicalmente para el Cantamisa del día siguiente. Despertó la admiración y agradecimiento de todos.

“Has sido amado”
El Cardenal le recordó que “desde pequeño has sentido el amor de Dios, desde el seno materno”, y “hoy eres tú quien ha sido consagrado, porque el Señor te quiere para que seas Él en medio de los hombres, para que puedas entregar a los hombres el misterio de su vida allí donde te envíen”.

“Quizá la tentación es que esta misión te supere, y es verdad que nos supera a todos”, pero le recordó que “el Señor está contigo y te va a dar por la ordenación todo aquello que necesites y sea necesario para acercarte a los hombres haciendo las veces de Jesús: el Señor te ha conformado con Él, has sido tremendamente amado por el Señor”.

Quizá la tentación es que esta misión te supere, y es verdad que nos supera a todos

“Has sido fortalecido”
“No solo eres amado, el Señor antes de que nacieras ya tenía previsto esto: eres fortalecido, la gracia del Señor sobreabundará sobre ti”, le explicó el Cardenal. A la vez, pidió a todos los presentes dar gracias a Dios porque “sigue fiándose de nosotros y esta confianza hoy la pone en Ignacio. Una confianza absoluta para la cual necesitará de nuestra oración para que pueda cumplir con su misión: el Señor te ha considerado digno de confianza para entregarte este ministerio”.

El P. Ignacio, con el Cardenal Osoro, sus padres y toda su familia

El P. Ignacio, con el Cardenal Osoro, sus padres y toda su familia

“Has sido enviado”
La tercera palabra que le dedicó don Carlos fue la de saberse enviado por el Señor, “porque Él no te encierra en un claustro”. Por ello, volvió a pedirle: “Déjate conquistar por el amor del Señor”. En este momento de la homilía, el arzobispo de Madrid hizo referencia a la imagen de Jesús como el Buen Pastor: “Eso es lo que el Señor te va a regalar: no vas a ser un pastor más”. En época de Jesús, en Palestina, el pastor cuidaba de las ovejas y eran como parte de su familia y a las que conocía por su nombre: “Jesús es el Pastor bueno que puede llenar nuestra vida y llenarla de sentido”. En este sentido, “el resucitado te aportará una gran alegría: la alegría de anunciar el evangelio”, por eso también le aconsejó que cuando tenga dificultades en la vida “vuelve a este momento: el resucitado, el que hoy te ordena, te llena de alegría”.

El resucitado te aportará una gran alegría: la alegría de anunciar el evangelio

“La cultura actual rechaza con desdén el papel de la oveja y el papel del redil, sin embargo nos dejamos guiar por todo tipo de manipulación”, denunció el obispo. Por el contrario, “Jesús nos propone hacer una experiencia de liberación profunda: pertenecer a su redil es entrar en un camino de verdadera libertad y felicidad, la cual es fecunda para uno mismo y para quienes nos rodean”.

El P. Ignacio consagrando en la Misa de su ordenación sacerdotal

El P. Ignacio consagrando en la Misa de su ordenación sacerdotal

Cuidar la vida de los hombres
“La amenaza más profunda del ser humano -continuó- es la ausencia de amor: quien no se siente amado, se desprecia a sí mismo”. Sin embargo “Jesús quiere que los hombres se sientan amados”. Como el buen pastor, Jesús quiere que todos los hombres “se sientan amados, perdonados, acogidos, reconocidos”.

La amenaza más profunda del ser humano es la ausencia de amor: quien no se siente amado, se desprecia a sí mismo

Por eso, el Cardenal le pidió al P. Ignacio: “Hay que ir a las ovejas perdidas que no son de este redil: los marginados, los perdidos, los que vagan sin sentido por la vida, los que no encuentran motivos para vivir… Pastorear, en definitiva, es cuidar la vida de los hombres”.

En sus últimas palabras, don Carlos le explicó que en la ordenación “el Señor te va a dar todo lo necesario y va a configurar tu existencia, pero naturalmente tienes que acudir siempre a la fuente que es Nuestro Señor, y el Señor te va a enviar a lugares distintos, pero no te preocupes a donde te envíen, sino preocúpate de llevar el rostro de Cristo Nuestro Señor que te entrega esta mañana”.

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